Anastasia y su hermana se encontraban en la calle pasando hambre, sed, frío, calor y el maltrato de muchas personas que se encontraron a su paso, ellas estaban a punto de entrar en celo cuando una veterinaria amiga de la fundación las encontró y decidió resguardarlas para evitar que siguieran sufriendo. Es así que Griselda llegó a la clínica de la Dra. Lice donde se recuperó, pero aún le hacía falta un hogar ya que en la clínica se encontraba junto con su hermana viviendo en una transportadora, por lo que la Dra. pidió apoyo a la fundación para que ellas tuvieran una mejor calidad de vida mientras esperaban a la familia que les abriera las puertas. Ellas entraron hace pocas semanas al santuario donde comparten habitación y pueden correr mucho de una forma segura y donde son muy amadas